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25 de Mayo, Día de África.

Por Daniel Segura Elorza.

Lo sencillo se puede complicar hasta lo increíble y lo imposible a veces se arregla en un momento.

Este dicho sobre África es quizá el único equipaje necesario para disfrutar de sus paisajes y para conocer a sus gentes. Viajaras desnudo, abierto a lo que venga y volverás lleno de sensaciones que no esperabas encontrar y con un regalo en la mochila… un espejo que te recordará lo vivido y en el que te veras a ti mismo, incluso hasta donde no te guste verte.

Las minas que utilizan mano de obra esclava, los dictadores sanguinarios, el salvaje neoliberalismo, el hambre, etcétera son una realidad que arrasa el continente y que denunciamos día a día desde BRAH. Pero África es más, mucho más.

El corazón de África. Generosidad: Sabes que hay un grupo de tres o cuatro chicos que ese día no ha comido. Lo sabes. Ellos te lo confirman con la poca importancia que se da a lo rutinario. Les compras comida y hay uno de ellos que no come. Es entonces cuando le preguntas y te contesta que “ellos están peor, pasan mucha más hambre que yo, no pasa nada”. Le miras y ves que ese chico va vestido con harapos, unas sandalias rotas y enormes para su talla.

Se empeñan en invitarte a una choza de adobe y paja porque a su hija le has comprado un diccionario. Te ofrecen un poco de café, miel y una bebida destilada local. Ves que no tienen nada, absolutamente nada, pero eso poco que tienen lo quieren compartir contigo. Si aceptas su generosidad estás perdido…

La flor de África. Música y danza: Vas por el campo, alejado de la aldea y escuchas como un grupo de gente canta. No entiendes a quién se le puede ocurrir semejante cosa en medio de un bosque, hasta que descubres a un grupo cantado y bailando en lo alto de un cerro.

Percusión, danza, canto, una manera más de comunicarse; cotidiano, en el ADN. En cada aldea vas a ver a niñxs –sobre todo niñxs- cantando y bailando y te van a invitar a que los sigas; y si te sumas, estás perdido…

La raíz de África. Mujer: Mujeres y niñxs, temprano, por la mañana, cargando bidones de agua ¿Desde dónde? o cargando leña, grandes fardos de leña, con la espalda encorvada, procurando no derramar su mercancía.

Más de trece, catorce años, entonces posiblemente ya no vayan a la escuela, es la edad del matrimonio, de encontrar marido, es el destino de la mujer, como el destino del sol es salir por la mañana y ocultarse por la noche.

África es nombre de mujer, quizá no sea casualidad, ¿Quién sostiene la economía de la comunidad? ¿Quién trabaja los campos, busca leña o agua o se ocupa de los hijos? ¿Quién no tiene nada que decir en las decisiones importantes?

Sin su raíz, sin sus mujeres, África estaría perdida…

La luz de África. Sonrisa: Siempre sonrisa, sonrisa abierta, ¿Sonrisa; como pueden sonreír si su vida es tan complicada? No sé si se podría explicar, si tiene sentido, quizá sí.

Siempre sonrisa, abierta, sincera, transparente. Quieren jugar contigo, escuchar tus historias, contarte las suyas, te preguntan de donde eres, en que trabajas, por qué estas allí, de qué equipo eres, si te gusta su aldea, te lo preguntan todo… sonrisa de anciano, de mujer, de niñx, sobretodo de niñx, alegría que te contagia, porque en ese momento hay motivos para sonreír, quizá antes no los hubo, quizá después tampoco, pero ahora en ese momento sí, casi siempre es “ese momento”. Entonces sonríen, esa sonrisa te engancha, te hechiza, si les devuelves la sonrisa estás perdido…

El alma de África. Hospitalidad: Quieren agradecerte que estés con ellos, que les des tu cariño. De repente ves que viene un grupo de veinte o treinta chicxs y niñxs y te rodean, tú no sabes muy bien que está pasando, empiezan a cantar y a bailar a tu alrededor, empiezas a entender, empiezas a notar cómo tus ojos se humedecen.

Un día viene un anciano de la aldea y te da un brazalete, no es un brazalete cualquiera, es un distintivo de su tribu, de su pueblo, te dice que para ellos ya no eres –el nombre que tengas- que ellos te han puesto otro nombre porque tú ya eres de su comunidad, eres uno de ellos y tienes que tener un nombre en su lengua. Cuando recibes su hospitalidad estás perdido…

Estoy perdido… he sucumbido al corazón, a la flor, a la raíz, a la luz y al alma de África. Cuando estás allí te duele hasta las entrañas, cuando ya has estado estas deseando volver, cuando no has ido nunca solo decirte que no hay vacuna para el hechizo africano.

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